Enrique Cortés
Parte de la ponencia del Congreso Internacional de Intervención Psicosocial, Arte Social y Arteterapia; de la creatividad al vínculo social. Archena 2012.
Todo abordaje tiene como sustrato una visión del hombre, del mundo, de la vida, de la salud y de la enfermedad; entendemos al ser humano como un ser social, que nace, se desarrolla y vive en grupos; donde la mayoría de los conflictos se centran en las dificultades de los vínculos con los otros. El hombre necesita del amor y de la pertenencia para construir su identidad; paralelamente la misma cultura genera un malestar que debemos transformar en creatividad, como forma de sublimar y dar salida a los impulsos reprimidos.
De acuerdo con Donald Winnicott en su obra “Realidad y juego” la creatividad es un atributo humano, una capacidad a ser desarrollada por cualquier persona en cualquier acto o situación de su vida cotidiana. Es decir, que son creaciones no solamente las obras de arte, sino cualquier tarea que supere una simple adaptación o una actitud mecánica, rutinaria de la vida cotidiana, realizada en forma original, singular, una innovación, invención. La creatividad es una actitud, un enfoque de la realidad, una manera de vivir la vida satisfactoriamente. El impulso creador es universal, sus fuentes son los primeros años de la vida del sujeto, es decir, primero, la relación entre el bebé y su mamá, luego el niño y su ambiente social.
Algunos de nosotros nos hemos dado cuenta que el niño que no juega es un niño al que le pasa algo, no es un niño feliz; el psicodrama es una invitación al juego; a retomar el juego.
El juego del niño, antecesor de la creatividad en el adulto, tiene dos funciones: poder elaborar las situaciones conflictivas y el poder dar expresión a la potencialidad creativa. Mientras el niño juega recrea el mundo exterior acorde con sus vivencias internas.
La matriz creadora se construye en los juegos de infancia y en la frondosa producción imaginativa del adolescente. Cuando el adulto crea, en verdad, está re-creando aquel espacio lúdico de la niñez, su mundo imaginario infantil, aquellas fantasías que una y otra vez se repiten en el sujeto a lo largo de la vida, muchas veces inconscientemente.
Las posibilidades creadoras son rasgo y condición de salud. ¿Por qué se dejó de jugar? Algunas personas presentan dificultades en torno a la creatividad. Sus impulsos creativos se encuentran frenados, bloqueados o reprimidos y se manifiestan como miedo a fracasar, renunciando a jugar.
Nosotros os proponemos que retoméis el juego, ya que el juego es creatividad y la creatividad es una búsqueda hacia la verdad, no sólo en el sentido de expresión de las experiencias y sentimientos de cada persona, sino también como acto social, como un compartir colectivamente la vivencia estética con los otros.
Como veis, de entrada, se trata de ver el psicodrama, más allá de lo estrictamente clínico; construir grupos que no tengan el objetivo de lo clínico, sino grupos que están centrados en la tarea.
Grupos centrados en una tarea, hay muchos, y ustedes tal vez los conozcan: grupos de reflexión ¿quién no fue o no coordinó alguna vez, un grupo de reflexión?, los grupos de discusión, los famosos talleres…los grupos terapéuticos también son grupos centrados en una tarea, cuya tarea es curarse. Hay otro tipo de grupo centrado en una tarea, son los equipos de trabajo. Los equipos en una empresa, en la comunidad, en una escuela.
A veces nos vemos metidos dentro de un equipo en una organización: por ejemplo, los médicos de un hospital, los psicólogos, los asistentes sociales y enfermeros que forman un equipo de trabajo, los cuales pueden tener conflictos, problemas, y hay que coordinarlos con una especificidad y es bueno saber que si bien la tradicional dinámica de grupos, es el abordaje más habitual con los equipos, no es el único posible. Hay otros modos de trabajo en la línea de la creación con otros, de los vínculos, de la creatividad, etc.
Para pensar los Grupos centrados en una Tarea, podemos servirnos del texto de Freud El Malestar en la Cultura (1930).
Decía Freud que el ser humano sufre un malestar estructural que va más allá de la época; hay algo que hace a la estructura del ser humano, que tiene que ver con lo real, lo real del cuerpo, la muerte, el paso del tiempo, la enfermedad, los imponderables de la naturaleza, como los terremotos, las inundaciones etc.
A eso que llamamos lo Real, es con lo que no hay nada que hacer; y que por lo tanto va más allá de la ciencia. La ciencia no puede del todo con lo Real.
En el Malestar en la Cultura: el ser humano nunca encuentra exactamente lo que busca; entre el placer buscado y el placer encontrado, hay siempre una distancia, y allí radica las causas del malestar en la cultura.
Freud plantea que, ante el malestar, hay distintos caminos posibles: uno es la enfermedad, el síntoma, las adicciones e incluso la religión son modos de abordar el malestar en la cultura.
Pero, nos tranquiliza Freud, al decirnos que hay otros caminos posibles, para la humanidad: la creatividad con otros, el trabajo con otros.
Producir en una trama con otros, a veces es un modo de salir de lo más tanático y de lo más mortífero.
Nosotros vamos a plantear que los Grupos centrados en una Tarea son una vía posible para que el Sujeto renuncie a su atrincheramiento más narcisista, a lo más tanático, por la vía de la creación con otros.
Se sale muchas veces del exilio de uno mismo, en un proyecto con otros.
El grupo anuda alrededor de una Tarea, a los integrantes entre sí pero a la vez ayuda a sostener la estructura de cada quien, el nudo que cada uno de nosotros somos y que nos diferencia con el otro.
Así pues, en los Grupos Centrados en una Tarea, se producen importantes efectos de transformación subjetiva. Pero no hay transformación sin pérdidas.
Al hombre originario le gustaba apagar el fuego con su orina, y solo pudo preservar el fuego que necesitaba para la comida, para el calor del frio… cuando renunció a ese placer pulsional. Solo pudo construir una cultura nueva cuando apagó el fuego de los propios goces.
Y es que hay que perder goces para poder ganar otros. Así pues, el malestar y el deseo deben ser compañeros en el trabajo grupal.
La creatividad, el deseo de saber, la curiosidad, son un tiempo de renuncia a las explicaciones únicas, siempre de la mano de un pasaje del yo ideal al ideal del yo.
El objetivo es que en la tarea misma se puedan ir anudando lazos, en la posibilidad de que pueda surgir algo nuevo, más allá de la repetición de lo mismo y además, que algo del propio sujeto se vaya anudando en el mismo proceso del trabajo con otros.
Planteamos la sublimación, como un trabajo de producción de nuevos enlaces, de nuevos goces, que a través de la creación y de la relación con otros ayuden al sujeto a salir del destino de la fijación.
Sublimar es crear algo nuevo, renunciar a un goce de satisfacción inmediata por otra vía que no sea la represión. Pero quisiera que pensásemos la sublimación no solamente como un desvío que alude el fin sexual, renuncia pulsional, desexualización o cambio de meta; quisiera que pensásemos la sublimación como una valoración de lo colectivo, un trabajo de lo colectivo sobre la pulsión. No olvidemos que Freud plantea la noción de la sublimación en un texto como el malestar de la cultura.
La tarea grupal debe servir como posibilidad de interrogar los sentidos coagulados en lo que aparece como lo dado, lo natural.
Entendemos la creatividad y con en ella el arte y también el juego psicodramático, como un espacio donde se crean zonas de ambigüedad y no de respuestas exactas; como un modo de leer lo grupal y lo artesanal, en un saber hacer con lo real, con el cuerpo, con materiales, con marcas que se van trazando.
Freud puso lo bello en relación con lo siniestro. Y el arte y el juego nos enseñan otros modos de bordear el malestar, lo siniestro y lo indecible.
Entendamos pues el Psicodrama como un dispositivo teórico y técnico donde la palabra, el cuerpo, el juego y la creatividad se expresan, un escenario donde se nos permita abrirnos a movimientos, ritmos, velocidades, intensidades, imágenes, pensamientos en escenas donde los sujetos participantes producen en lo individual, en lo vincular y en lo institucional. Un lugar donde el encuentro de miradas, el contacto o la distancia entre los cuerpos, modifique cualitativamente la comunicación y donde afectaciones, emociones, compromisos resulten prácticamente ineludibles.
Donde las técnicas del role-playing ó juego de roles, inversión de roles, soliloquio, etc. posibiliten ponerse en el lugar del otro, salir de la versión monocular que cada persona tiene de sí misma y del otro, para abrirse a múltiples versiones, sentidos y facilitar la comprensión de la propia problemática y de la del otro y multiplicar creativamente diferentes alternativas de salidas a los conflictos planteados, que por lo general producen encierro, asfixia y hostilidad.
Modifiquemos, transformemos la realidad, poco a poco, con pequeños cambios, sin grandes ambiciones, pero sí con constancia, para procurar mayor bienestar personal y social.
Nuestro rol de operadores sociales es importante porque nos hemos formado para transformar lo siniestro en realizaciones vitales. Debemos habituarnos a trabajar en zonas de conflicto, a compartir nuestros recursos técnicos y experiencias con la comunidad, generar con ella proyectos, ayudar a la formación de sus multiplicadores. Compartir logros, dificultades y disfrutar de la experiencia.
La cualidad de responder y comprometerse con su realidad le permite al individuo transformarse en cada acto, cambiar y devenir sujeto construyéndose a sí mismo. A partir de preguntar y preguntarse, de relacionarse y emitir respuestas, somos hacedores de nuestra propia historia.
ESTA ES NUESTRA PROCLAMA: JUGEMOS Y CON NUESTRO JUEGO DESMITIFIQUEMOS NUESTRAS PROPIAS LEYENDAS.