Por Enrique Cortés.

Ponencia del 28 de Marzo del 2015 en las jornadas sobre psicodrama infantil de la SEPT de París.

Un niño, al igual que un adulto, tan solo quiere encontrar respuestas que le hablen sobre su origen. ¿De dónde vienen los niños?, ¿qué es ser una mujer?, ¿cómo ser un hombre?, ¿qué lugar ocupo en la familia?, ¿por qué me tuvieron?; en definitiva quién soy yo para el otro; qué quiere el otro de mi.

Preguntas que angustian, tanto al niño como al adulto, y que por lo tanto necesitan de respuestas.

Pero para que haya respuestas hay que saber escuchar las preguntas.

La apuesta de escuchar a un niño en análisis la abrió Sigmund Freud quien nos legó el extraordinario trabajo hecho con Hans. Freud analizó a Hans a través de un padre, hondamente preocupado por su hijo. Freud nunca jugó con Hans; pero si hizo que las palabras jugasen y compusiesen escenas, frases, dogmas que así eran en ese momento para el pequeño. En el análisis de Freud, las palabras se pusieron a hacer juegos -y no de palabras- para componer imaginarios, simbólicos y reales.

Entonces qué quiere el otro de mí.

Hoy estamos en la casa de los padres, en la casa de los Lemoine; nosotros nos sentimos sus hijos.

Hace un tiempo Patrick nos invitó a estar hoy aquí: “vengan y traigan algo sobre psicodrama de niños”. ¿Cómo vamos a negarnos? 

Primer problema; yo no puedo darle lo que me pide ya que no trabajo con niños; entonces le digo si  puede ser sobre adolescentes y me dice: no; algo sobre el niño y el juego.

Todo esto usando es lenguaje que se usa entre el niño y el adulto; es decir un lenguaje con diferentes códigos.

No obstante el niño se esfuerza por darle a ese padre lo que se imagina que se requiere de él; busca, indaga, investiga y finalmente envía un primer texto, por supuesto lleno de cuestionamientos.

Entonces el padre le dice que si pero no; demasiado teórico, por qué no algo más clínico… pero el niño insiste, no tengo clínica infantil.

Entonces, le dice el padre, por qué no algo de adultos que hablen de su infancia. El niño se pone manos a la tarea y envía otro texto, un texto clínico.

El padre le responde si pero no; tal vez habría que quitar la introducción teórica ya que después de todo el día de trabajo la gente estará cansada.

En este diálogo entre el niño y el adulto; subrayar que hay una frase “pasarse cinco pueblos”; que el adulto no acaba de entender y que tal vez vendría a poner paz y sosiego, cierto orden al discurso.

“Pasarse cinco pueblos” significa falta de límites.

SESION 1.

BEGOÑA.-  han vuelto los síntomas del desorden. De nuevo siento ese vacío que me obliga a comer; siento un gran desorden que no se cómo ordenar; no puedo salir de mi casa si no siento que todo está en su sitio y así ando todo el día; cuando llega la noche no puedo más y me entra una sensación de vacío y soledad y ganas de ir a tomar el aire. Me siento una mala madre.

Por un lado tengo ganas de salir y dar una vuelta y por el otro pienso que mi hijo se preguntará “¿por qué su madre lo ha dejado tan rápido?”

ANIMADOR.- ¿Dónde te lleva esa frase?

BEGOÑA.- Tengo una imagen que no tiene lógica: “yo acabo de dar a luz en el hospital; limpio a mi bebé y le cambio los pañales;  luego lo dejo en la cuna  y yo me voy a otra habitación, sola y triste” 

Estoy recordando que de pequeña mi madre trabajaba 14 horas; ella estaba en la casa de al lado  trabajando, ella cosía, y yo con nueve años me hacía cargo de mi hermano, recién nacido. Al mediodía le acostaba en su habitación y yo me iba, dejándolo solo en su habitación, a la escuela.

MIGUEL.- Voy estresado y no puedo llegar a todos los sitios. Pero es una situación que me he buscado yo.

BEGOÑA.- Cuando yo me quedé embarazada mi hija tenía cinco meses ¿La habré dejado un poco de lado? Quiero estar con ellos al cien por cien. 

El animador decide representar la escena, anterior, ya que ve una contradicción. Si ella deja al bebé, ¿No será el bebé quien se queda solo? En cambio,  la paciente dice quien se queda sola y triste; además siente que esto tiene una cierta resonancia en el grupo.

Al representar la escena del hospital, la paciente comete un lapsus.  Al construir la escena, ubica dos espacios, de tal manera que ella queda sentada sola y triste en el espacio que en realidad era la habitación donde dejaba al hijo recién nacido.  Precisamente lo que nos contó que ocurría en la escena con el hermano. 

El animador le señala… ¿quién es el niño/a?

Señalar que después de la representación el yo auxiliar que hacía de hijo dice no haberse sentido querido por su madre.

En ese momento otra paciente, ASCENSION, dice que a veces la madre no recibe a su hijo con alegría: “cuando yo tuve a mi hijo no lo quería. No era un buen momento. Me estorbaba. Tuve que dejarlo unos meses con mi madre para poder terminar los estudios. Ahora me duele y no quiero seguir escondiéndolo”. 

MIGUEL (joven homosexual que esta reconciliándose con su padre; un padre muy severo y que no acaba de aceptar la homosexualidad de su hijo).- yo me pregunto en todo esto ¿donde están los padres?

SERGIO.- Yo a veces me paso “cinco pueblos”

ANIMADOR.- ¿Qué es pasarse cinco pueblos?

SERGIO.-  No saber parar; andar sin límites.

BEGOÑA.-.  (llora) estoy recordando que un día mi hermano no se dormía y yo me tenía que ir al colegio. Empecé a pegarle para que llorase y así con el cansancio de los lloros se durmiese. Me sentía triste y muy sola; no sabía qué hacer…

(Muy enfadada) ¿Porqué una madre trabaja 14 horas si tiene hijos pequeños? La madre tiene la obligación de descargarle la mochila a su hija.

OBSERVACION.- 

Begoña habla de poner orden a un desorden; poner ciertos límites para no pasarse cinco pueblos, como dice Sergio, o  aceptar que no se puede llegar a todos  los sitios como intenta Miguel.

Pero ¿quién pone orden cuando el padre no está y la madre trabaja 14 horas?

Begoña dice que a veces es el hijo, aunque tenga nueve años, quien intenta poner orden, pero  entonces se llena la mochila de responsabilidades, sintiéndose sola y triste.

Tal vez Begoña encontró un recurso: hacer llorar al hermano, pero no para que se durmiese sino para que su madre que estaba en la casa de al lado acudiese y le descargara la mochila; una mochila que solo puede descargar cuando la madre está cien por cien con sus hijos, lo que le lleva a no poder más y a tener que salir a tomar el aire.

Ascensión, en cambio, pone orden mediante palabras, palabras que reconocen el desorden, lo que no hubo y lo que faltó. También lo que hubo: “una madre-abuela” que le cuidaba a su propio hijo.

Palabras que hablan de sentimientos y que reconocen que a una madre no siempre le viene bien tener un hijo. 

SESION 2

TOMAS.- (paciente que no acudió la última sesión). La causa de mi anterior ausencia es que otra vez a muerto la pareja de mi padre

ANIMADOR.- ¿Otra vez?

TOMAS.- Mi madre era viuda. Cuando murió mi padre yo me hice cargo de los agujeros que había que tapar

ANIMADOR.- Recuerdo tu primera escena en el grupo. Tu padre yacía muerto y tu abrazaste a tu madre y a tus hermanas… tal vez tapando agujeros.

TOMAS.- Cuando rompí con mi novia, me sentía muy solo, “no quiero que la relación se base solamente en tapar agujeros”.

TOÑI.- En el trabajo ya me he cansado; yo no quiero ser quien se responsabilice de todo. Me dice: “tú tienes que hacer de madre y de padre” y me pongo furiosa.

ANIMADOR.- Tanta responsabilidad, ¿la relaciones con algo?

TOÑI.- Con ocho años yo cuidaba a mi hermana (que tenía dos). Una mañana mi padre me gritó porque mi hermana tenía fiebre y yo no me había dado cuenta.

SE REPRESENTA LA ESCENA.

En la escena Toñi tiene a su hermana en brazos y llorando dice: “no me molesta cuidar a mi hermana pero ¿Quién me cuida a mi? Me siento sola y huérfana.

En el cambio de rol, el padre entrando en la habitación dice: “qué son estos ruidos…” (El animador recuerda como en la sesión anterior Begoña golpeaba a su hermano para que la madre apareciese)

ANIMADOR.- ¿Por qué no llamaste a tus padres?

TOÑI.- ¿para qué si estaba yo?

TOMAS.- ¿Para qué follan si luego no se responsabilizan?

BEGOÑA.- He tenido que dejar de ir al gimnasio porque mis hijos no quieren quedarse a comer en el colegio. Yo cuando era pequeña y tenía fiebre me ponía yo sola trapos fríos; nadie cuidaba de mí y ahora tampoco. 

ASCENSION.- Me encontré mal y pensé en llamar a mi terapeuta, pero no lo hice.

OBSERVADOR.- Ante la falta de padres nos sentimos huérfanos; ¿de quién somos?, ¿Quiénes somos?

Pero cómo ser hijo de…si ni siquiera llamamos a nuestros padres.

Dejar de ser huérfanos implica decir “ese es mi padre…” y eso posibilita tener otro tipo de relación que no sea solo tapar agujeros.