FORMACION EN PSICODRAMA
Recién terminado el módulo del grupo de formación y crecimiento personal.Al módulo de hoy lo hemos llamado «el primer día de clase»; debido a la incorporación de cinco nuevos compañeros.
“El primer día de clase”, en un momento importante del grupo, que ya no es el mismo porque se da la circunstancia de una entrada masiva de miembros. Este hecho, va a producir siempre ciertas resistencias, pues se trata de un momento singular, donde la llegada de otros desconocidos despierta todas las alarmas y pone en pie las defensas…
Aunque se trata de un momento crítico, porque muchos miembros no resisten la posibilidad de perder los lugares (o no encontrarlos) y recibir a los “nuevos hermanos”, a largo plazo es una suerte la llegada de otros, con otras temáticas y discursos para poder jugar, que ayudarán a mover lo propio.
El encuentro con el otro a veces implica un cierto retraimiento a la hora de jugar las cartas (de hablar)… recelosos del movimiento del otro.
Son momentos en los que se juega la propia integridad, la propia imagen… así que el movimiento es un replegamiento en el “no mostrarme”. Sin embargo, nosotros sabemos que es esa imagen lo que de alguna manera tiene que poderse mover, que algo de mi falta tiene que quedar al descubierto para poder cambiar de lugar. De alguna manera, eso que siento amenazador, será el vehículo para ir sanando algo de lo que me atrapa y el otro, en principio rival, es mi mejor aliado.
Nuestros grupos siempre son abiertos, lo que abre a la posibilidad de lo nuevo y huyen de los calores de lo de siempre, que no llevan más que a lo endógeno. La posibilidad de entrada y salida de los miembros hace del grupo algo en movimiento, que ofrece en todo momento la oportunidad de enfrentar los avatares inevitables de la vida. Porque no se trata de protegernos de la vida, sino de aprender a vivir.
En esta ocasión, para los miembros antiguos, implica romper el “grupo calentito” en el que ya se estaba cómodo y se podía hablar tranquilamente, y para los nuevos entrar en un lugar donde otros ya estaban antes y tenían códigos acordados, incluso para algunos el recordar grupos anteriores.
Sin duda una tesitura delicada, llena de cuestionamientos.
Y con «este primer día de clase», nos fuimos para casa; de camino recordaba a Borges y su poema sobre el espejo
Yo que sentí el horror de los espejos
no sólo ante el cristal impenetrable
donde acaba y empieza, inhabitable,
un imposible espacio de reflejos.
Y me recordaba en aquella escuela infantil «el arco iris» y como, ahora lo se, la mirada , la mía y la de los otros, me fue formando e informando, pues estaba inmerso en mi proceso identificatorio y a la par en un mismo proceso de alienación con el otro.
En esta alienación con el otro, me identifiqué y me experimenté y así fue, sin darme cuenta, como empezó mi deseo a circular.
Hacerme reconocer, hacerme desear, y desear el deseo del Otro, imagenes, palabras y mis propias construcciones ayudaron a ello.
Se trataba, ahora lo se, de mi propia historización subjetiva.
Más allá de que en los grupos se despiertan todos nuestros fantasmas y revivimos nuestros primeros encuentros con el que fue nuestro primer grupo, el familiar; allí se juegan preguntas que fundan al hablante ser en el lazo social: la pregunta por el reconocimiento del otro.
¿Qué quiere el Otro de mí? ¿Qué me quiere? ¿Qué soy para el Otro? ¿Qué soy en el Otro? son preguntas clave.
Uno se las hace todas las mañanas, todas las noches, todos los días.
Es realmente nodal por una razón muy sencilla: el ser parlante no puede funcionar de una manera relativamente pasable si no es en vínculos sociales. Por lo tanto, siempre nos estamos preguntando qué quiere el otro de mi y qué soy para el otro. Esas preguntas las reduzco a una: ¿Cuál es mi valor para el otro? E, invertido el mensaje: ¿Cuál es el valor del otro para mí?
Aunque también es cierto que es esta una pregunta que me causa angustia, ya que cuando se trata del deseo, lo que me produce angustia es no saber que desea el Otro de mi, también el encuentro con el grupo, sobre todo la primera vez, me despertó el fantasma de separación.
Todavía hoy me ocurre y aún sabiendo que “solo es a base de pérdidas que vamos creciendo”.
Pero ahora, como entonces, vendrá el segundo día de clase y aunque de inicio se que no habrán muchos cambios; la inseguridad, la desconfianza, las miradas y las escuchas…también se que el grupo me arropará, y me permitirá crear un pacto donde las diferencias serán el soporte principal y donde podré mostrarme ante el otro con mis particularidades.
Se que finalmente el grupo permitirá que nos reconozcamos.
Y lo sé porque esto ya ocurrió.